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España
Al micrófono

Historias para no dormir: los nuevos directores hablan

Paco Plaza, Rodrigo Cortés y Paula Ortiz -tres de los cuatro directores del esperado remake de la mítica obra de Chicho Ibáñez Serrador- cuentan a Originals cómo afrontaron la adaptación y debaten sobre la forma de ser singulares en tiempos de sobreabundancia de contenidos.

Paco Plaza, Paula Ortiz, Rodrigo Cortés y Rodrigo Sorogoyen

Hoy, viernes 5 de noviembre, las nuevas Historias para no dormir llegan a la pantalla. Y lo hacen por Amazon Prime Video en forma de cuatro episodios autoconclusivos que adaptan cuatro relatos de la icónica serie de terror española.

Hace 50 años, el uruguayo Chicho Ibáñez Serrador sacudió la televisión española con su transgresora serie Historias para no dormir, que se emitió por TVE de 1966 a 1968 y nuevamente en 1982. En 2005, la IP se reformateó para la pantalla grande como una serie de cortometrajes en Películas para no dormir, siendo «La culpa» el trabajo final de dirección de Ibáñez. A él se unieron entonces varios otros maestros del género español, como Álex de la Iglesia, Jaume Balagueró, Mateo Gil, Enrique Urbizu y, de vuelta para el remake de esta serie, Paco Plaza.

Además de Paco Plaza -que está detrás del episodio «Freddy»-, dirigen este remake Rodrigo Cortés («La broma»), Rodrigo Sorogoyen («El doble») y Paula Ortiz («El asfalto»). En suma, cuatro de los nombres más prominentes del panorama audiovisual español actual.

La nueva serie es una producción de ViacomCBS International Studios (VIS), en colaboración con las productoras Prointel e Isla Audiovisual. Además de Prime Video, se verá más adelante por los canales de RTVE.

Para conocer los desafíos de adaptar una obra de esta magnitud, Originals dialogó con tres de los cuatro directores (Sorogoyen no pudo asistir).

¿Cómo se enfrenta un creador a adaptar una obra de culto? ¿Existe cierto miedo a empeorar lo que en la memoria colectiva funciona tan bien?

Paco Plaza: Yo creo que no. El nombre Historias para no dormir es muy mítico, pero muy poca gente la conoce en realidad. Sabemos que es uno de los grandes clásicos del terror en España, pero son más populares en la etiqueta que en el visionado real.

Yo lo viví como un disfrute, como una alegría. Tener la oportunidad de rendir tributo a la figura de Chicho como gran cineasta y como gran comunicador y como icono cultural español ha sido un regalo. Hay algo que dice Rodrigo [Cortés] y que se lo voy a copiar: es la oportunidad de devolver algo que nos había sido regalado por Chicho, de agradecerle por todo los que nos aportó.

La serie original fue transgresora, rompió muchos límites. ¿Cómo se es transgresor hoy? ¿Cómo se sorprende a un público tan resabiado?

Paula Ortiz: Yo creo que en aquel momento fue muy transgresora porque había muy poco. La televisión en España estaba empezando a andar, había un solo canal. No se había enfrentado a los espectadores a universos así.

Yo tiendo a pensar en una idea que dice siempre Juan Mayorga: la singularidad es transgresora. Me parece muy bonito. Lo que es verdaderamente singular, lo que nace de una intención propia y única y se intenta mantener con esos parámetros tan internos, simples y profundamente éticos, dará algo que será singular. Y eso tendrá la potencia de traspasar y de llegar a algún lugar, de la misma manera que, como tanto se dice, la única manera de ser universal es ser profundamente local.

Y eso hemos intentado con esto. Nos han dado mucha libertad y eso ha sido lo que agarramos como gran valor desde el primer momento, en una actitud de divertimento, que creo que es importante para la singularidad: no perder el gozo.

Se suele decir que cualquier manifestación artística tiene cierta vocación de incomodar, que si gusta unánimemente no es buena señal. ¿Cómo ven esto? ¿Qué conversación les gustaría que se genere tras estos episodios?

Rodrigo Cortés: Es mucha pregunta esta. Creo que la provocación como objetivo es más bien banal, es ocuparte de hacer lo que odian otros más que de lo que te gusta a ti. Otra cosa es que tratemos de provocar emociones y reacciones. Pero ante todo tratamos de contar historias.

Entonces, ¿qué es lo que nos gustaría que sucediera? Personalmente, que la gente vibrara con lo que estoy contando, que se enganchara al personaje y tratara de descifrarlo, que intente navegar entre sus ambivalencias y contradicciones, que la atmósfera que cuidadosamente has tratado de crear les influya y les aplaste, que durante 50 minutos sean cautivos de tu atención y que consigas atraparla y guiarla. Esa es mi intención. Salvo que seas Jesucristo y tengas esos objetivos, los nuestros no son mesiánicos.

Paco Plaza: Yo, cuanta menos gente haya que odia lo que he hecho, me siento mejor. Como dice Rodrigo, es una pregunta que da para mucho, porque tú cuando haces algo no piensas ‘ojalá le guste a todo el mundo’, no eres ingenuo.

¿O sea que pensar en el público al crear: sí pero no?

Paula Ortiz: ¡Es una pregunta tramposa esta!, encierra muchas contradicciones.

Rodrigo Cortés: Abre luchas menores, porque no creo que haya que complacer al público, preguntarle qué opina y tomar decisiones a mano alzada. Eso sería un absoluto error. Pero a la vez tienes presente siempre al público, incluso cuando subviertes normas o juegas a frustrarlo, porque tienes que partir de su percepción. Tienes que ser consciente de los efectos que van a tener en él tus mecanismos. Lo tienes siempre presente, lo que pasa es que no para obedecerlo.

Historias para no dormir es una serie para Amazon. Está en pleno auge el debate entre los streamers y los derechos de las obras. ¿Cómo lo ven ustedes como creadores?

Rodrigo Cortés: Yo no puedo hablar en nombre de nadie, pero nada es enteramente bueno ni enteramente malo. Las cosas en general son. Y cuando viene la electricidad, si tienes una fábrica de velas es un serio problema, pero nadie lo ha hecho contra las velas y se encuentra un equilibrio.

Ahora hay un desbordamiento absoluto de ficción, que es muy bueno en un sentido -a la hora de poder generar historias, de crearlas, incluso de dar trabajo en un sentido puramente pedestre- y a la vez también hay una pérdida del ritual de ir a ver una película, de decidir algo, molestarte, que se apague el mundo, estar durante dos horas atrapado en algo… Eso se va a perder. ¿Esa ritualidad es buena, es mala? Desde luego, genera una relación con la obra que es distinta y que se desacraliza, y eso hace también que tu cuerpo absorba contenidos prácticamente olvidándolos, porque sin querer tu cuerpo no lo respeta de la misma manera. ¿Es bueno o es malo? Es la realidad. Y el tablero no se discute.

Paco Plaza: «¿Es bueno o es malo? Es la realidad». ¡Me llevo conmigo esa frase!

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